Revoluciones y política sentimental


Siempre resulta un acontecimiento traumático el momento en el que todos los sentimientos y emociones que uno tiene que cargar internamente, deciden mostrar su existencia plena de alguna manera. Sólo deciden rebelarse contra el régimen establecido que, por derecho propio, trata de mantenerlos ocultos bajo la suposición de la seguridad general (que, muchas veces, está enfocada sólo en mantener el cuerpo vivo, a pesar de que el alma tenga que existir en condiciones degradantes para su naturaleza), y sin distinción alguna (son típicos los casos de sentimientos ‘positivos’ que viven en constante represión). Sus exigencias tienen como objetivo que no haya ningún tipo de bloqueo o de ‘imparcialidad’ inventada por las altas esferas para que no se muestren ante nadie más, y que al interior pasen desapercibidos para no generar ningún tipo de traumatismo.
  
Le Courage héroïque du jeune Désilles- Jean-Jacques-Francois Le Barbier
Entonces deciden salir todos al mismo tiempo, porque ellos sí son conscientes de que la unión hace la fuerza, y no tienen ninguna razón para evitar manifestarse, independientemente de que la normalidad imperante no los quiera ver, pues usualmente, son perjudiciales para las labores en el trabajo, para las relaciones con los amigos, con la familia, con la pareja, con los compañeros… hasta con cada persona que se cruza delante de uno o con el que tiene la mala fortuna de sentarse a su lado en el transporte público (y digo mala fortuna porque la mala energía es pegajosa y de un modo más invasivo que la buena, porque, paradójicamente, los malos sentimientos tienen un índice de contagio más alto, sin contar que la sintomatología es muy difícil de manejar cuando no se sabe de dónde proviene el malestar).

También se empiezan a notar serias dificultades con el sueño. Su estrategia consiste en inmiscuirse en el subconsciente y tratar de hacerse notar en sueños que nadie quiere entender. A su vez, el sistema alimentario empieza a decaer debido a que la demanda se reduce en un promedio del 50%, y como ya no hay calorías suficientes, los órganos internos también señalan su inconformidad, y las mismas hormonas entran en paro por falta de garantías para el ejercicio de su trabajo. Evidentemente, el sector de recreación y deporte también entra en franca crisis, y los parques son cada vez menos transitados porque no hay deseos siquiera de un paseo matutino; los eventos masivos empiezan a cancelarse por falta de aforo.

La situación es peor de lo que los ciudadanos imaginan, lo cual justifica en gran medida tratar de ocultar datos, pero aquí ya no hay muchos ingenuos que, al ver cómo cambia el color del cielo, no dejen de ver en esos amargos tonos grisáceos los vestigios de las conmociones pasadas. El aire es pesado. El sol ya no calienta. Se esparce un olor a sangre y a rosas, intermitentemente, y es difícil proteger a todos los cuerpos de este tipo de influencias malignas.

Retornando al tema político, en los medios se preguntan cuál es el problema con que los manifestantes decidan volver a luchar por su libertad de expresión, ¿acaso no es un derecho que todos deberían tener? Pero muchos se guardan de expresar esas opiniones por miedo a que puedan terminar enterrados en una fosa común (pero esas cosas tampoco se deben decir en voz alta).

Así, viendo el punto desde la perspectiva gubernamental, el problema se reduce a que las autoridades que tratan de mantener la paz y la seguridad no pueden contener este tipo de impactos. Y como es un tema de política sentimental, es algo a lo que se destina poco presupuesto interno, porque, claro, mientras se pueda simplemente tapar con distracciones leves como una buena serie, un par de cervezas, buena comida y, cuando se puede, hasta buen sexo (aplica también si no es tan bueno), deja de ser un problema fundamental y pasa a ocupar el papel de ‘otros asuntos’, y sale de la agenda y de la programación presupuestal para la próxima vigencia, y así, sucesivamente. Al fin y al cabo, los planes de desarrollo deben enfocarse sólo en las cosas realmente importantes.

Si bien un gobernante se vuelve experto en este tipo de discursos cuando le preguntan qué tipo de estrategias usa para mantener la calma, y hasta se vuelve típico escuchar  frases como: ‘¡es que tú manejas tan bien los problemas!’ o ‘es admirable tu capacidad para mantenerte sereno en medio de todo este caos’ (entre otros halagos que no tienen mucho de cierto), es ese el momento en el que uno como administrador se da cuenta de que, de la teoría a la práctica hay un trecho larguísimo, y son cosas que parecen absurdas cuando uno está estudiando gestión personal.

Por consiguiente, se sabe que se pueden controlar este tipo de manifestaciones que a veces amenazan con reformas para promover una nueva legislación interna, hay que tener en cuenta que las ramas del poder individual, es decir, el corazón, la mente y las acciones, a pesar de ser tan bien conocidas en la literatura, las relaciones de dominación son fuertes entre las mismas y, aunque en apariencia trabajan en conjunto (eso es lo que está en el papel), se sabe que cada una quiere establecerse como soberana y reinar sobre las otras (son deseos internos que jamás se deben expresar). Es un tema de nunca acabar, y el panorama político se mueve cada vez que, como resultado de estas luchas al interior, los acontecimientos externos hacen que todo el aparato se tambalee. Y desde el centro.

Y así, en uno de esos temblores debido a la mala administración, resulta que uno quiere darse un balazo en la cabeza, pero también existe la consciencia de que se debe actuar con cabeza fría para que la bala sea realmente efectiva consiga la muerte inmediata, y no para que, además de la declaración de estado de emergencia emocional, también uno resulte internado en una UCI, teniendo un alto porcentaje de salir del hospital con lesiones de por vida después de algunos meses, pero siendo claro que las posibilidades de reconciliación del gobierno de turno con la oposición sólo van a llevar a fracasos peores, algo así como una vida larga y llena de miseria.

Pero el caso toma sus variantes cuando uno es consciente de que no cuenta con un arma de fuego, así que la primera línea de acción no puede ser ejecutada. Igual, uno recuerda entonces que el propósito principal no era tan radical como para querer ser autor de un genocidio. En estos casos, la administración de justicia no sabe cómo castigar la tentativa, porque la culpa es el método de uso imperante y, desgraciadamente, no se ha inventado cosa mejor que andar castigándose cada vez que uno se acuerda de que tuvo un intento de suicidio casi exitoso, o que tuvo siquiera ingenio para pensarlo, porque la depresión, según documentos que reposan en el archivo histórico, es mal gobernante y sus aliados son buenos llevando a cabo golpes de estado. Y para colmo, el sistema penal está en jaque y no sabe cómo actuar al respecto, así que ya se está pensando en expedir un acto administrativo que prohíba la publicación del presente documento, o para que al menos sea procedente denunciar su uso o reproducción.

Por último, la opinión pública se encuentra dividida y es muy inestable. Un grupo piensa que es mejor seguir ignorando las manifestaciones, independientemente de lo fuertes que puedan llegar a ser, y asistirse con tintura de passiflora o de valeriana en los casos en que el cuerpo amenace con colapsar, esto a partir de las consecuencias devastadoras de los continuos torrentes de lágrimas, los cuales suelen generar dolores de cabeza muy fuertes, sensibilidad a la luz e imposibilidad de mirar a las personas cercanas a los ojos, porque todos sabrán, claro, que se están expropiando terrenos para conceder su uso a la baja autoestima, y no van a creer solamente que es insomnio. Esto sin nombrar lo incómodo que resulta mojar la almohada todas las noches, y no precisamente del modo en que uno lo deseara (evidentemente, el deseo sexual se escabulle al percatarse de que todo está al revés allá afuera, y en este país no aprendimos a excitarnos con el caos).

Por otra parte, hay otro grupo que es más amigo de la acción, independientemente de los pobres resultados que se vieron durante regímenes anteriores (ya hablamos de la desinformación, pero también existen sujetos a los que les agrada ver el mundo arder). Por ese motivo, hay  sectores que consideran que la violencia es una solución óptima tanto a corto como a largo plazo. Las propuestas van desde procedimientos como golpes repetidos en la cabeza (ojalá no en la frente, porque uno no quiere ponerse cachos a sí mismo), quemaduras de primer grado, probablemente después de fumar un cigarrillo; o hasta desahogos con elementos cortopunzantes que, como es bien sabido, suelen generar cadenas de traumatismos y ropa manchada de rojo, lo cual puede ser la raíz de múltiples reproches y rechazos por parte de los estados fronterizos, y hay que ser conscientes de que no es adecuado tensionar más las relaciones internacionales (los embajadores no se encuentran muy incentivados y, en tiempos de violencia, les cuesta mucho el uso de la diplomacia).

Independientemente de que toda la población tenga opiniones distintas al respecto, es de conocimiento general que las acciones anteriormente mencionadas pueden ser ejecutadas a partir de orden manifiesta o, también, pueden llevarse a cabo por acción de las fuerzas impulsivas, las cuales, según informes recientes, se amotinaron en el establecimiento carcelario donde pagan su pena (el abolicionismo en estas tierras no deja de ser una idea deliciosa, pero no se puede ceder con facilidad a los núcleos anarquistas).

La Liberté Guidant le peuple -  Eugene Delacroix
Es hora de tomarse un té bien caliente (lo siento, ya no soy alcohólica) y mirar por la ventana (es mejor que no esté abierta), esperando a que algún sector tome ventaja y se calme la situación. Las posibilidades de éxito en las mesas de diálogo entre los manifestantes y el jefe de turno no son muy altas, pues hay que esperar a que el frío que se esparció por todo el cuerpo se vuelva hacia las instancias internas y les dé un poco de tenacidad para intentar un acuerdo razonable.

P.D.: en la última reforma constitucional, se incluyó como principio fundamental el morir sin anestesia. Por ese motivo, el consumo de sustancias psicoactivas y de medicamentos psiquiátricos se encuentra absolutamente prohibido desde la caída del Ancien Régime.

K. Sánchez.



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