Me estoy apenas adentrando en el mundo de la literatura japonesa y la primera novela con la que fui a dar, después de haber leído apenas algunos cuentos, fue con la llamada Namiko de Tokutomi Roka, publicada en los años 1898 a 1899 (por entregas).
Namiko, de Editorial Satori |
Destaco inicialmente que es una novela muy
trágica. Aunque podría decir que los personajes podrían haber sido mayormente
explotados, el fondo del texto, a mi parecer, consiguió demostrar de muy buena
manera que, en realidad, cuestiones como la honorabilidad y la permanencia de
la familia en la tradición japonesa eran un ideal impuesto simplemente para
mantener el statu quo, sin poner en ningún momento en consideración cuestiones
tan importantes como el libre albedrío.
Así mismo, el rol de la mujer es un tema muy
importante para analizar en esta novela, ya que se puede entrever el sacrificio
al que se veían sometidas las mujeres casadas, quienes, al mudar de familia,
tenían que adaptarse a nuevas costumbres y a un nuevo modo de vida en cabeza del
padre o madre de su esposo y, prácticamente, acostumbrarse a ser una especie de
sirvienta para, en resumen, ocupar un papel honorable en la familia al haber
conseguido ser desposada (pues la cuestión del amor de pareja no parecía ser
uno de los fines máximos de este tipo de uniones, según interpreté).
Si mi lector se encuentra atraído por esta
temática, adicionándole a ello el fuerte drama que se vive en la novela y su
intenso final, omita la siguiente parte J
Si no quieres leer el
libro:
Namiko, de la famiia Kataoka, hija de un
general de alto rango, es una chica de 17 años que fue desposada por un alférez
de marina llamado Takeo, de la familia Kawashima. La historia relata cómo en su
primer año de matrimonio eran una pareja muy feliz. Esto a pesar de que, desde que
abandonó la casa Kataoka para mudarse con los Kawashima, le había resultado
sumamente difícil la convivencia con su suegra, quien era la jefe de este
hogar, y cuyo único hijo era el recién casado.
Durante todo el texto se hacen referencias a
que la señora Kawashima, de un carácter exageradamente fuerte, se empeñaba en
hacer mucho más dificultosa la adaptación de Namiko a su nueva familia. A pesar
de ello, Namiko siempre fue una mujer muy noble y paciente y se esforzaba por
complacer en todo lo posible a su suegra, independientemente de que ésta nunca
reconociera su buena labor. Esto, según se apunta, debido a cierto sentimiento
de celos que tenía la señora Kawashima, pues veía cómo su hijo Takeo vivía muy
feliz con Namiko como su esposa, y cómo esta se desvivía por complacerle
siempre (seguramente un tipo de envidia porque su vida marital nunca tuvo este
tinte mientras su esposo vivía).
Había pasado un año de feliz matrimonio cuando
Takeo tuvo su primer viaje por motivos de su profesión, y tuvo que abandonar su
casa para servir a Japón. Namiko le esperaba con muchas ansias y aguantando,
con toda la humildad posible, las humillaciones de su suegra. Mas durante este
tiempo Namiko empieza a padecer tuberculosis, motivo por el cual fue trasladada
a una casa en una región con temperatura un poco más amable que la de Tokio
para promover su recuperación.
Es así como la señora Kawashima, guiada
eficazmente por la influencia de su sobrino Chijiwa (quien tenía cierta envidia
a Takeo por su posición y por haberse casado con Namiko), empezó a envenenarse
cada vez más con la idea de conseguir que Takeo se divorciara de Namiko, pues,
al fin y al cabo (y como una excusa presentable ante la sociedad para no
admitir sus más hondos sentimientos), el virus de Namiko podría llevar a la
familia Kawashima a la extinción.
Takeo, siempre que tenía oportunidad, acudía de
visita al lugar donde se hospedaba Namiko, y luego regresaba a la casa
familiar. Namiko tenía momentos en los que se empezaba a recuperar y otros en
los que recaía con gran fuerza. Entre tanto, la señora Kawashima trató de
convencer a Takeo para que se divorciara de Namiko, mas este no accedió,
poniendo de manifiesto su profundo amor por Namiko y la felicidad que ella le
propinaba, lo cual hacía enfurecer más a su madre.
"Takeo, que solía ser indulgente y paciente con su madre, también
se irritó.
—¿Por qué me llama hijo ingrato?
—Porque sí. Estás defendiendo solamente a tu mujer, mientras que
desprecias las palabras de tu madre, ¿no es así? Pretendes malgastar la vida
que te di con dolor y los innumerables sacrificios que hice para criarte. Y lo
peor de todo, haces peligrar el futuro de tu propia familia. ¿No es eso ser un
hijo ingrato? Sí que lo es, en grado sumo.
—Pero la humanidad…
—¡Basta ya de la humanidad! ¿A ti te importa más tu mujer que tu madre?
¡Imbécil! Venga a pensar en tu mujer. Y te olvidas de tu madre. No sabes hacer
otra cosa que hablar de Namiko. ¡Miserable! ¡¿A que te echo de casa?!
Takeo se mordió los labios dejando caer sus lágrimas más amargas.
—Madre, esto es demasiado injusto.
—¿Cómo que injusto?
—Yo jamás he sido desagradecido. Pero parece que usted hoy no me
entiende en absoluto".
Fue así como, en el transcurso de una de las
campañas de Takeo, la señora Kawashima se las arregló para conseguir el
divorcio de Takeo y de Namiko, e inmediatamente ella fue regresada a la casa
paterna, enterándose de la noticia sólo hasta ver a su padre. No hay que
imaginar lo doloroso que fue para Namiko este acontecimiento, y,
posteriormente, también para Takeo.
Así transcurrió todo hasta que se anunció la
guerra, y Takeo, lleno de dolor y de ira, partió gustoso, esperando no
regresar. Por su parte, el estado de
salud de Namiko no mejoraba, sumando a esto el peso del dolor que le generaba
haber sido separada de su esposo. Se narra, incluso, un acontecimiento en el
cual Namiko trata de suicidarse un día, queriendo lanzarse por una pendiente,
siendo salvada por una mujer que, por fortuna, estaba cerca.
Y viene aquí un capítulo curioso de la
historia, puesto que esta mujer se entrevista con Namiko unos días después y le
cuenta también su trágica historia, de la cual concluye que su salvación había
sido la biblia cristiana, y le obsequia una para que acuda a ella en sus
momentos de desesperación (en en libro se hace referencia a que la religión
cristiana no era muy bien vista en aquella época, pues se había tornado más en
una cuestión de moda, mas con este discurso, según parece, el autor trata de
reivindicarla). El tema no se vuelve a tocar, aunque la mujer aparece también
al final de la novela.
Momentos curiosos a partir de esto:
1. Takeo es herido en la guerra y
Namiko le envía un paquete anónimo con algunas prendas que había tejido para
él, elementos para su cuidado mientras se recuperaba, frutas y sus dulces
favoritos. La emoción de Takeo fue indescriptible y reavivó su amor por Namiko.
2. Takeo se entera de que Chijiwa, el
traidor, había fallecido en la guerra. Admito que fue un momento agradable para
mí como lectora (¡Lo siento! Uno aprende a odiar a Chijiwa), pero Takeo sí
sintió tristeza y, según dicen, le perdonó por todos sus errores (a pesar de
nunca haberse enterado de que pretendió a Namiko).
4. Una pretendiente de Takeo llamada
Toyoko (a quien este detestaba), de un carácter ruin, perezoso, rencoroso y
grosero (entre otros) fue enviada por su padre a la casa de los Kawashima con
la excusa de aprender las tareas del hogar (con el propósito oculto de
acercarse a Takeo para ser su esposa luego). A sabiendas del horrible carácter
de la señora Kawashima, el lector aquí se figura que no tuvo una muy buena
estadía y, finalmente, volvió a la casa paterna, desistiendo de su objetivo.
5. El general Kataoka, al regresar de
la guerra, se da una oportunidad para llevar de paseo a Namiko, quien cada día
veía con mayor claridad que su vida terminaría pronto, pero trataba de sobreponerse
a ello para satisfacer a su padre. Me ha llamado mucho la atención la manera en
la que padre e hija trataban de hacerse felices mutuamente, seguramente los dos
previendo un trágico fin. Resalto la figura del padre, puesto que fue siempre
muy abnegado y amoroso para con su hija mayor.
En este punto ya se empieza a revelar el final
de la historia. Namiko llega a su última recaída justo al volver del viaje que
acabo de mencionar, pues resultó muy impactante para ella ver a Takeo en un
tren que iba en el destino contrario al que ella se dirigía. Tuvo una agonía de
varios días, en la cual cada cosa que sucedía rompía mi corazón de lectora (no
lloraba con un libro desde la muerte de Petrilla, del libro así titulado de
Balzac). Resalto dos momentos:
1. Cuando su criada, quien estuvo
siempre junto a ella, le habló por última vez:
"En ese momento, Iku, que se había hundido en las lágrimas más amargas a
los pies de su ama, se levantó de repente y apretó las manos ya lánguidas de la
moribunda. Namiko la reconoció.
—Iku…
—Se… se… señorita, lléveme a mí con usted…
Cuando acompañaron a Iku deshecha en llanto fuera de la sala, volvió el
silencio. Namiko cerró la boca y los ojos. La sombra de la muerte comenzó a
caer sobre ella".
2. Cuando, en medio de su agonía,
Namiko se lamenta por el simple hecho de haber nacido mujer (lo cual se
justifica completamente debido a que todo el sufrimiento de su vida se había
debido a esta causa, y lo cual se refuerza muchísimo más debido a que, aún hoy
en día, nacer mujer sigue resultando más un punto en contra):
"—¡Ahhh, no puedo! ¡No puedo más! Esto es demasiado duro… Nunca… jamás volveré
a nacer mujer… ¡Ahhh!"
Fallece Namiko, sin haber logrado cumplirse su
deseo de ver a Takeo en su lecho de muerte, pero con el convencimiento de que
su unión con este sería eterna (incluso, ella pide ser enterrada con el anillo
de bodas). Me pareció muy adecuado el detalle de que, para el momento del
funeral, la familia rechazó la corona que fue enviada y firmada por ‘los
Kawashima’.
Y el último momento que lleva a las lágrimas es
cuando Takeo se entera de la muerte de Namiko y va a visitar su tumba. Allí se
enseña al lector la última carta que Namiko le envió:
«Te escribo porque me parece que mi muerte ya no está tan lejos. Cuando pensaba
que no tendría ocasión de volver a verte antes de morir, la piedad del cielo me
regaló un breve encuentro contigo el otro día. No puedes ni imaginar la
alegría, la enorme alegría que me dio. Sin embargo, siento enormemente no haber
podido expresarte mis sentimientos en ese preciso momento, cuando los dos nos
cruzamos en trenes distintos» (muy literal y a la vez figurativa esta última expresión).
«Viví en un mundo que nunca estuvo a nuestro favor y he sido
desgraciada, pero no guardo resentimiento contra nadie. Aunque mi cuerpo vuelve
a la tierra, mi espíritu permanecerá a tu lado eternamente…».
Aunque en la introducción del libro leí que el
manejo de los personajes había sido muy plano, considero que no fue necesario
realizar una construcción más sólida de los mismos, pues siento que esto también
resulta ser una expresión del mismo tradicionalismo de la sociedad japonesa y
va muy bien con el estilo de la narración, que se centraba más en los
acontecimientos que en elaborar detalladamente los sentimientos o emociones de
los personajes, los cuales no pasan desapercibidos en ningún momento para el
lector.
Aun así, considero que podía haberse
desarrollado más el personaje de Chijiwa. A pesar de que hizo suficiente mal
durante la trama, pensé que llegaría a ser peor, pero murió demasiado pronto.
En cuanto a los demás (la inmensa mayoría no nombrados aquí por el propósito de
resumen de este texto), considero que todos en su rol lograron describir de
manera muy adecuada la sociedad japonesa de la época.
Y bien, lo más importante, como decía
inicialmente, además de disfrutar el contenido de una buena (e intensa)
historia, es poder hacer las comparaciones a que haya lugar sobre el escenario
en el que vive cada lector, y para mí ha sido muy llamativo tener en cuenta
este papel estereotipado de la mujer, siempre tratando de establecerla por
medio de ideales demasiado insensibles al servicio del statu quo, y darse
cuenta de cómo este tipo de convenciones sociales, las cuales mudan época tras
época y cambian dependiendo del contexto, resultan desnaturalizando la libertad
de los seres y sacrificándola en pos de un intangible que no tiene mucho
sentido.
© K. Sánchez (20/02/21).