Después de mucho tiempo de no hacer una sola reseña decente, les ofrezco la que acabo de hacer de Trilby, la última lectura que completé en 2020. Aquí vamos:
👀 VERSIÓN SIN DESTRIPES (para no usar el anglicismo ‘spoilers’):
No clasificaría a Trilby como una historia de
amor como temática principal. Es un drama que hay que leer en virtud de cada
personaje, especialmente de su protagonista (aunque desaparece un buen rato del
texto). Aunque tengo varios reparos en cuanto al desarrollo de la historia
(esto por encontrar varias similitudes con otras novelas y por encontrar que se
trataba de una historia muy predecible, al menos para mi gusto), la lectura fue
afable y para nada dificultosa.
Apuntes de carácter satírico y, en otras
ocasiones, en tonos de gran profundidad, dejan totalmente claro el gusto
artístico de su autor (quien era pintor y no escritor, siendo que él mismo
realizó las ilustraciones de su texto), quien hace muchas referencias a obras
musicales y describe con mucha gracia todo lo referente a las artes y a las
sensaciones que producen.
Trilby se describe como una mujer joven de
carácter muy liberal y desaliñado, lejos de cumplir con el ideal victoriano de
la época acerca de la feminidad. Lidiando con una vida un tanto trágica, se
topa con tres amigos que le harán más dulce la existencia y, posteriormente,
con un tremendo músico que, fingiendo tenderle la mano, la acerca con prontitud
al final de sus días.
Bastante revolucionaria la figura de su
protagonista para su época, lo cual me hace sentir admiración por esta
narración. Recomiendo, al hacer su lectura, fijarse lo suficiente en el
universo interno de cada uno de los personajes principales, que es un aspecto
que da mayor trascendencia al carácter de la obra, y no prestar gran atención a
los demás que aparecen (considero que muchos personajes fueron innecesarios).
😍 RESEÑA:
La lectura de Trilby me fue referenciada porque, anteriormente, había leído La dama de las camelias, de Alexandre Dumas. Desde esa lectura, inicié un ciclo de lectura sobre novelas de chicas… difíciles, si me hago entender.
Inicié entonces la lectura. Había sido escrita
por George Du Maurier, a finales del siglo XIX. No tenía referencia del autor
hasta el momento. Trilby se presenta en el libro como una joven de 20 años en
promedio, de una actitud bastante despreocupada y liberal (más de corte
masculino en sus costumbres) en relación con la usual conducta que se señala en
libros de la época victoriana sobre las mujeres. Además (no sé si fue un error
en mi lectura), inicialmente, tuve la impresión de que Trilby no era una mujer
de rasgos hermosos (como ya estoy acostumbrada a conocer a las protagonistas),
lo cual llamó más mi atención. Tampoco era mujer adinerada, sino una sencilla
mujer de clase media y trabajadora.
Fue así como me encontraba con un personaje
principal muy alejado de la perfección. Lo único que parecía perfecto en ella
eran sus pies, según recuerdo, pues Little Billy (el otro personaje principal)
los dibujó y, según se cuenta en la historia, este dibujo fue enmarcado y
vendido posteriormente en una gran suma de dinero.
Y bien, para completar su descripción tan poco
idealista, Trilby era modelo para desnudos. Precisamente por este motivo
conoció a Little Billy (o Litrebili, como le conocían sus amigos en Francia, lo
cual me hace resaltar la constante relación que se describe en el libro entre
los ingleses y los franceses, tanto así como su vocabulario y sus constumbres),
a Taffy y a Laird, tres entrañables amigos que se dedicaban a la pintura.
Se le describe también como una mujer
desaforada y poco recatada. Bebía bastante, fumaba y pasaba noches enteras de
fiesta y se da a entender que el autor, entre líneas, la describe como una
mujer ‘de cascos ligeros’, haciéndose aquí manifiesta una primera similitud con
Margarita, protagonista de La dama de las
camelias. Como último y trascendental detalle sobre la descripción de
nuestra heroína tengo que agregar que tenía una voz terrible para el canto (es
graciosa la narración del momento en que los tres amigos la escuchan cantar).
De algún modo, Trilby terminó haciéndose gran
amiga de Little Billy, Taffy y Laird, y se entiende cómo su comportamiento fue
cambiando a medida que se hacía más amiga de estos caballeros. Se cuidaban
mutuamente y vivían con mucha alegría.
Se sabe también después que los tres muchachos
se enamoraron de ella, más el texto hace mayor énfasis sobre la experiencia
romántica de Little Billy, a quien Trilby rechazó varias veces proponiéndole
ser, incluso, hasta su sirvienta, pues se deduce que ella no se sentía a su
altura, esto en consideración a sus anteriores comportamientos liberales y a su
clase social, y, además, teniendo en cuenta que siempre se describió a Little
Billy como un joven impecable, de buena familia y educación, con un futuro
brillante en su carrera como pintor.
Y viene aquí otra similitud con La dama de las camelias, pues en un
momento Trilby decide aceptar la mano de Little Billy, pero aparece en escena
la madre de este y le exige negarse al matrimonio con su hijo, a lo cual Trilby
responde aceptando sumisamente y partiendo inmediatamente de París, sin avisar
sobre su destino.
A partir de esta tragedia, Little Billy empezó
a padecer una ‘enfermedad’ en la cual ya no sentía ningún tipo de amor o
empatía especial por ninguna persona (incluyendo a su familia y a sus amigos,
ni por el recuerdo de su amada). Fue así como los tres amigos se separaron, y
tampoco tuvieron noticias de Trilby.
Se reencontraron cinco años después, todos ya
con mayor fortuna y experiencia. Se enteraron entonces del debut musical de una
mujer bellísima a quien se le llamaba ‘la Svengali’, quien era ya famosa en
toda Europa y, según decían, tenía la voz más hermosa que alguien haya podido
escuchar. Decidieron asistir a un concierto suyo en Londres, sobre el cual
estaba muy entusiasmado Little Billy, quien siempre había tenido una afinidad
muy especial con la música, tal como se evidencia en el siguiente aparte (tomado
de un momento en que éste escuchaba tocar a Svengali):
“Mientras duró el hechizo, se dio cuenta
de que llegaba hasta el fondo de la belleza y de la melancolía de las cosas,
captando su patético trasunto con una mirada interior completamente nueva, que
pasaba aun a través del velo de la eternidad. Todo ello constituyó una especie
de visión sideral que se desvaneció cuando cesó la música, dejando una viva
reminiscencia de su paso y un apasionado deseo de expresar algún día, a través
del medio plástico propio, de su no menos nobilísimo arte, la misma insuperable
emoción”.
Aquí introduzco la figura de Svengali (quien
también apareció desde el inicio de la novela, pero sin un papel esencial hasta
el momento), a quien se le describía como un hombre cruel, avaro, ruin, vulgar y
visceral y con un ego incalculable, pero, a pesar de todo ello, se le reconocía
también como uno de los músicos más brillantes que hubiese existido y que,
aparentemente, sólo sufría internamente la desgracia de no tener buena fisionomía
para el canto (en la práctica, pues en teoría era un excelente maestro). Y
bien, como podrán sospechar, ‘la Svengali’ sí tiene relación con Svengali (y
que, me acabo de enterar, hoy en día tiene varias películas así tituladas con
su nombre).
Continuando con mi relato, al asistir los tres amigos al concierto de ‘la Svengali’, con gran sorpresa descubren que se trataba, nada más y nada menos, que de la mismísima Trilby (y se vino abajo mi idea de que Trilby no era una mujer hermosa, pues en este punto empiezan a describirle casi como si fuere un ángel). Evidentemente, quedaron en shock después de escuchar la maravilla de su voz y, sumado a ello, al recordar que Trilby no tenía talento para cantar. Era imposible que hubiese aprendido a hacerlo en tan poco tiempo. Inmediatamente después de oír la voz de Trilby, Little Billy se recuperó de su enfermedad.
Entre tanto, suceden algunas situaciones
incómodas entre Svengali y su discípula (a quien se conoce como su esposa, pero
que en realidad no lo fue ni mantuvo relaciones amorosas con él) y los tres
amigos. Resalto un episodio en el que Svengali escupe en la cara de Little
Billy, le insulta en alemán y, ante tal impertinencia, termina siendo golpeado
por Taffy. Según se entiende, Svengali nunca logró aceptar el hecho de que
Trilby amara a Little Billy y, a pesar de todas sus artimañas, no le fue
posible obtener tener el cariño ni el favor de ella… al menos conscientemente.
Aún desconcertados por el hecho, los tres
amigos acuden a un siguiente recital de Trilby. Aquí quiero comentar que, como
una condición necesaria para todos los recitales, Svengali siempre era el
director de la orquesta: esto no podía tener otra forma de funcionar,
literalmente. Mas en esta ocasión no pudo ser así, pues Svengali había tenido
una indicación de su médico y, por un accidente reciente (el impacto emocional
del encuentro con Little Billy, la paliza por parte de Taffy y, adicionalmente,
un encontrón con Gecko, adorador de Trilby y discípulo también de Svengali), no
le era posible ocupar un lugar en el escenario como director.
Independientemente de ello se decidió hacer la
presentación, pero Svengali requirió que se le ubicara justo en frente del
escenario, en el balcón más próximo al mismo. Una vez iniciado el espectáculo,
los espectadores quedaron totalmente indignados ante una Svengali que no podía
cantar: los tres amigos reconocieron la vieja voz que ya conocían, para nada
melodiosa. Paralelo al desconcierto del público, en ese preciso instante
Svengali se desplomó, muriendo algunos minutos después, víctima de la ira de
todos los sucesos recientes.
Retiraron a Trilby del escenario, quien había
quedado muy afectada y parecía estar bastante confundida, y allí asistieron
inmediatamente sus tres fieles amigos. Se alegró mucho al verlos, pero, para
sorpresa, cuando le nombraban el tema del recital, no era capaz de articular ningún
argumento razonable: era como si le estuvieron tomando del pelo o burlándose de
ella, pues, como todos sabían, ella no tenía talento para el canto y nunca en
su vida habría podido presentarse ante un escenario conocedor de la música.
El estado de salud de Trilby decayó por
completo (otra similitud con La dama de
las camelias), mas tuvo unos últimos meses o días de vida (no lo sé con
precisión) muy gratificantes junto a sus tres caballeros, quienes le
dispensaban todo el cuidado y el amor que eran capaces de ofrecer. Cuando le
nombraban la música o el canto su aspecto cambiaba y se indignaba muchísimo,
pero, cuando le nombraban a Svengali, se refería solamente a su bondad y a su
gran corazón, y la expresión de sus ojos se hacía calmada y soñadora (lo cual
siempre llamó la atención de los tres amigos, quienes sabían que Trilby le
temía previamente y, por experiencia propia, sabían que había sido un sujeto a
quien no se le describiría de esta forma). Así transcurrían esos días que
Trilby describía como los más felices de su existencia:
“Desbordaba su corazón amor del
amor, amor de la vida y de la muerte, el amor de todo lo que existe y de todo
lo que fue y de todo lo que será, lo mismo, exactamente lo mismo, que sintió en
su día”.
Poco tiempo después, experimentando un completo
sinsabor por la vida y habiendo perdido toda inspiración para la pintura,
Little Billy también murió.
Luego de haber transcurrido varios años,
también en un concierto, Laird, uno de nuestros tres caballeros, se encuentra
fortuitamente con Gecko, quien le cuenta todo lo sucedido entre Trilby y
Svengali: ella acudió a él al encontrarse en muy mala situación después de
varios sucesos lamentables en su vida, pues este le ofreció su ayuda y no tuvo
más remedio que aceptar.
Ya al principio de la novela se había hecho
referencia a que Svengali era hipnotista y que había curado a Trilby de una
neuralgia que solía padecer, así que es fácil para el lector de la novela
deducir esto desde que hace entrada en el libreto la figura de ‘la Svengali’
(así, no hubo elemento sorpresa para el final de la novela, pues todo era
sumamente predecible). Como era de esperarse, Svengali usó sus extrañas
habilidades para enseñar a Trilby a cantar, esto con el objetivo de hacer su propia
fortuna y, además, para mantenerla a su lado al ser el objeto de su deseo, lo
cual, según mi interpretación, está mayormente relacionado con una sed de
venganza hacia Little Billy, quien era el único hombre en el altar de los
amores de nuestra heroína. El libro termina con esta revelación.
😎 MI OPINIÓN SOBRE LA
NOVELA
Con la historia como tal, como ya lo manifesté, no
me sentí satisfecha por el hecho de que se volvió bastante predecible antes de
completar el 50% de la lectura. Como decía, cuando apareció ‘la Svengali’, ya
sabía cómo iba a encaminarse el final de la historia. Incluso, cuando se señala por primera vez que
Svengali es hipnotista y que está enamorado de Trilby, ya es muy razonable
pensar que el nudo de la historia se forjará, de algún modo, en estrecha
relación con este dato. Así, al reducirse el ‘elemento sorpresa’, el texto fue
perdiendo su encanto.
Siguió perdiendo puntos cuando encontré la
primera similitud con La dama de las
camelias, esto es, cuando apareció la madre de Little Billy para ahuyentar
a Trilby. Sinceramente, no me gusta sentir similitudes tan grandes entre
historias (y es que el libro de Dumas fue escrito unos cincuenta años antes).
En cuanto al manejo de los personajes, me
pareció un tanto excesiva la cantidad de estos. Hay un punto en el que
mencionan a tantos amigos de nuestros tres caballeros, cada uno con su propia descripción
e historia, que uno, como lector, empieza a confundir ideas en su cabeza sobre
uno y otro sujeto. Y, al fin y al cabo, un 80% de los personajes del libro no
eran trascendentales para la novela, y la narración que se desarrolló sobre los
mismos ni le suma ni le resta interés a la historia principal. En resumen,
muchos personajes podrían haberse omitido, aunque siento que se pudo haber
jugado más con la figura de Gecko.
También me parece muy bonito el personaje de
Trilby. Para ser una mujer que se describe tan imperfecta y tan alejada de los
ideales femeninos para su época y para su contexto, Trilby finalmente se
presenta al lector como un ser dotado de un corazón muy noble y sencillo, que
logra sobreponerse a una vida desenfrenada al encontrar calidez y acogimiento
en la vida de sus tres amigos, y éstos, a pesar de conocer su pasado, le
aceptan y se encariñan con ella al punto de enamorarse. Cito el siguiente
aparte, el cual considero de una solidez absoluta y poderosa para concretar mi
admiración:
“Había confesado y había sido
perdonada, y con el arrepentimiento, la vergüenza, la confesión y el perdón
había recibido un sentimiento nuevo: la aurora de su propia estimación”.
Resalto de los tres amigos que,
independientemente de haberse enamorado de todos de Trilby, ninguno trató de
aprovecharse de ella ni de su real inocencia (refiriéndome a su mundo interior,
para no confundir a lectores recatados), y el amor por la misma mujer no
resultó ser motivo de celos, envidias o malos entendidos entre ellos. Su
amistad permaneció intacta durante toda la historia.
Aunque supongo que mis reparos pueden tener
amplia justificación en el hecho de que Du Maurier empezó a escribir ya en los
últimos años de su vida (después de los sesenta), y Trilby fue apenas el
segundo libro que escribió, falleciendo sólo dos años después. Él mismo señaló
que esta obra no fue tan maravillosa como para haber causado tal nivel de
revuelo en la audiencia de su época. Se resalta también, como dato curioso, que
al no ser oficio de Du Maurier la literatura, ofreció el argumento a Henry
James, quien lo rechazó.
Frente al modo de narrar la historia, el cual se realiza en segunda persona por un narrador que nunca se identifica en concreto (sólo precisa haber hecho parte del círculo de pintores de París en esta época), no tengo grandes reparos. Es una narración medianamente descriptiva, en la cual muchas cosas se obtienen entre líneas, y esto le da algo de encanto. Ocasionalmente hace algunas disertaciones sobre temas en particular, las cuales me parecieron muy pertinentes y con un nivel de profundidad adecuado (sin extenderse, pero sin ser superficial).
Me parecieron encantadoras las constantes alusiones a canciones durante toda la novela, citando estrofas de las mismas para ambientar al lector, así como las constantes descripciones pintorescas y muy relacionadas con el ámbito artístico, describiendo de este modo las emociones y los sucesos a lo largo de todo el texto. Se impregna de la profesión de Du Maurier como artista todo el ambiente y se llega a sentir como el amor se funde con el arte.
Y, para completar, también hubo apartes con un humor un poco negro:
“¡Ah, Tray! Lo mejor que uno puede
hacer con el mar es pintarlo, y lo segundo mejor es bañarse en él. Y lo máximo
es yacer dormido en el fondo, ¿qué te parece esto?”.
Ahora, siendo yo una lectora de más de un siglo
después de la publicación de la novela, soy consciente de que muchas cosas se
escapan a mi criterio, además de que no leí el texto en inglés. Resalto que,
según lo que investigué, esta novela tuvo un furor pasajero que terminó
aburriendo a su mismo autor, quien se sintió ofendido al percatarse de una
banalización de su obra (que no consideraba que tuviera el mérito suficiente) y
una idealización extrema de su protagonista.
No exagero al decir que en el postfacio del libro se cuenta que, en esta ola de fanaticada, hasta se llegaron a vender helados con forma del pie de Trilby, y hoy en día la novela no es mayormente conocida. Aparentemente, en algunos aspectos, seguimos siendo los mismos ridículos seres humanos de siempre.
© K. Sánchez (06/01/21).