Reseña de “La acusación- Cuentos prohibidos de Corea del Norte” de Bandi

Si bien vengo desde hace buen tiempo leyendo bastantes libros japoneses, no había tenido previamente ningún tipo de acercamiento a literatura que viniera de Corea. Y justo me encontré con esta maravillosa y fuertísima obra que, nada más y nada menos, viene de Corea del Norte.

Al iniciar me encontré con esta belleza de prefacio y supe que no tardaría mucho tiempo en terminar la lectura del libro: 


Cabe resaltar que “Bandi”, evidentemente, corresponde a un seudónimo, y que el autor tuvo que hacer un montón de maromas para sacar el texto de su país de origen y que se lograra su publicación.

Ahora, como resulta de mi interés que muchos de ustedes sientan curiosidad por acceder a la obra, procederé a hablar de cada uno de los cuentos que la componen de modo muy breve y sólo para generar interés, incluyendo mi calificación:

La fuga del norte: ⭐⭐⭐⭐⭐

El primer cuento de la colección da cuenta de que, si bien es terreno desconocido, el autor es bastante hábil para la redacción. Sutil, intenso e impactante, y no genera ninguna dificultad para la lectura. Toda esa visión desoladora del porvenir está surcada por los afectos, así como por más desgracias, tal como una matrioska. Hermosísimo de este cuento cómo se trata la figura femenina, las anécdotas y la percepción que se tiene de la misma. Precioso y desgarrador.

“Es, ciertamente, una forma muy arriesgada de huir. Podemos caer abatidos por los tiros de los agentes de las patrullas marítimas, o las olas y el viento de una tempestad se nos pueden tragar como a una hoja. Pero es preferible morir a continuar con el sufrimiento de esta vida miserable. He aquí por qué hemos decidido irnos sin vacilar, aunque sea a costa de jugarnos el pellejo. Con un poco de ayuda del destino seremos capaces de empezar una nueva vida. De lo contrario, solo deseamos que nuestro barco sacudido por el oleaje se convierta en el símbolo de la condena de este país, que no es más que un desierto yermo y sin esperanza.”

La ciudad del fantasma: ⭐⭐⭐⭐

No sé si a esto pueda llamarle sátira porque me resulta demasiado directo: aquí la historia se basa en la fobia de un pequeño a los retratos de Marx y de Kim Il-sung, lo que trajo algunos problemas a sus padres. Es curioso ver el desarrollo. Contiene una metáfora bellísima que me llamó mucho la atención.

Practising a torch march on Kim il-sung square -Nicor, CC BY-SA 3.0
<https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0>,
via Wikimedia Commons

Vida del caballo Tesoro: ⭐⭐⭐⭐⭐

Aquí una metáfora más perfecta que la del anterior cuento y que permea todo el desarrollo de la historia, y que hace referencia a la figura de un olmo. El resultado final es espectacular y totalmente desgarrador, pues se relaciona con aquellas quimeras que nos mantienen vivos, que nos esforzamos por mantener en un pedestal y que, cuando caen, terminan derrumbando toda nuestra existencia. Una joya es este cuento.

“Nada en el mundo es comparable a la decepción y al remordimiento que supone tomar conciencia de que todas las esperanzas y convicciones —como las que un día llevaron a Seol Yong-su a unir su dedo meñique con el de Yeong-il y afirmar «¡Lo pro-me-to!»— no son nada más que un espejismo. De ahí que Seol Yong-su no pueda achacar nada a nadie, sino que deba abrazar el sufrimiento solo y sentir su dolor hasta el tuétano.”

Tan cerca, tan lejos: ⭐⭐⭐⭐⭐

Acerca de las desgracias de un hombre que trata de ir a visitar a su madre, quien se encuentra gravemente enferma. A pesar de que le niegan la autorización para movilizarse, decide hacer el intento. No termina nada bien. Me deslumbró el simbolismo relacionado con las alondras:

“—Ah, ¿por qué están aquí? —dijo Myeong-cheol contemplando la jaula con las alondras que, como antes, colgaba del porche.

—Volvieron dos días después de que tú las soltases. Colgué de nuevo la jaula y entraron…

—Pobrecillas, a ellas también las han domado —murmuró Myeong-cheol como si escupiese cada una de las sílabas.

Las alondras continuaban cantando como si le estuviesen diciendo «A ti también te amansaron y por eso has vuelto».”

La capital del infierno: ⭐⭐⭐⭐

Si bien puede tratarse de una historia relativamente sencilla en su desarrollo, el objetivo de la misma es digno de apreciarse: la manera en la que el líder vende su supuesta magnanimidad ante el pueblo, y este, a pesar de que sabe que todo es falso, se ve obligado a sonreír, a alabar, y a seguir agachando la cabeza entre toda la mierda que tiene que comer. Resalto la historia que se cuenta al final:

“—Érase una vez una colina cercada por diez hileras de vallas. Dentro vivía un brujo rodeado de miles de esclavos. Pero la cosa más sorprendente era que tras las diez hileras de vallas no se oía nada más que risas. Se oían las risas fuese otoño, invierno, primavera o verano. Y eso sucedía porque el viejo brujo tenía hechizados a sus esclavos. ¿Y por qué los tenía hechizados de tal forma? Porque quería ocultar que los estaba maltratando y engañar de este modo a la gente que vivía fuera de la colina y hacerles creer que en aquel lugar todo el mundo era feliz. Había ordenado construir diez hileras de vallas para que nadie procedente de los pueblos vecinos pudiese entrar y ver lo que pasaba. Piénsalo. Cuando la gente que vivía en la colina se hacía daño o estaba triste y lloraba, lo que salía de su boca eran grandes carcajadas. ¿Cómo era posible que existiese una magia tan cruel, una colina tan terrorífica?”.

El escenario: ⭐⭐⭐

Acerca de un problema familiar por malas interpretaciones. Me agrada la posibilidad de interpretaciones del final de la historia.

“Entonces a Yeong-pyo le parece ver que se aproxima un actor de entre los árboles que quedan al otro lado del «escenario». La obra que se representa es la de un personaje que después de haber cometido un crimen imperdonable se coloca la punta de la pistola en la sien y toma una decisión.”

La seta roja: ⭐⭐⭐⭐

Es la historia más elaborada del libro. Se entrelazan varios sucesos en los que se demuestra, nuevamente, que el poder siempre se sale con la suya, pues no hay más opción. Las víctimas no merecen nada más que la humillación y la muerte, todo como consecuencia de librarse de sus cadenas (al interior). La metáfora de la seta roja me pareció espectacular.

P.D.: en esta ocasión también debo agradecer a Ax, mi compañero de lectura, que siempre me hace más amenos todos los ratos de discusión sobre las cosas nuevas que vamos conociendo.

© K. Sánchez (01/09/22)

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