Reseña de “El Aleph” (colección de cuentos de Jorge Luis Borges)

Yo había tratado de leer a Borges cuando tenía 16 años, pero no me molesta admitir que no me sentí preparada para ello (así como más recientemente me sucedió con el Ulises de James Joyce). Excesivas referencias que no me eran familiares ni conocidas, que me sonaban supremamente lejanas, y una prosa que no me resultaba del todo digerible. Abandoné.

Más de diez años después volví a intentarlo y, aunque no me separo totalmente de lo que dije anteriormente, al menos fui capaz de entender, al menos globalmente, todas las temáticas aquí tratadas, y de quedar con la sensación de “bueno, esta vez entendí un poco más”.

Sé que mi esfuerzo por hacer una reseña es totalmente en vano, pero no puedo dejar que esta ocasión pase sin que conste al menos un recuerdo por escrito de la impresión que me ha dejado esta vez, quizás, con el objetivo de comparar a futuro lo que he captado cuando haga una relectura (definitivamente, es uno de esos libros que quiero releer, y no por el simple placer de degustar la prosa, sino porque soy consciente del cambio de significados que puedo obtener tiempo después por el contenido más simbólico y trascendental que en el texto se irradia permanentemente).

MoRDi CuaC, CC BY-SA 2.0, via Wikimedia Commons
La edición que tuve el gusto de leer está conformada por 17 cuentos. La entrada del libro con “El inmortal” es espectacular. Este cuento contiene, quizás, la mayoría de los elementos y conceptos que luego se examinarán desde diferentes perspectivas en los siguiente, y así ya uno sabe en qué terreno se está metiendo. La historia es asombrosa, tanto por los elementos fantásticos con los que cuenta, así como por la manera en la que logra aterrizarlos para que esa misma fantasía se sienta como toda una realidad.

Como no me voy a detener en cada uno de los relatos, ya que me parece carente de sentido hacer una narración plana de estos relatos, sí me gustaría destacar que, desde mi lectura, sentí profunda conexión y admiración en cuanto a las ideas que, sin cesar, se van construyendo en uno como lector al cierre de cada texto. Conceptos como la temporalidad y su trascendencia, muy orientados hacia la idea del tiempo cíclico en contraposición con el lineal; otras contraposiciones relativas a dios y a la religión, a lo global y a lo individual, a la objetividad y a la subjetividad, al todo y a la nada, a la realidad y a la fantasía.

Resalto también la estrategia del cambio de perspectivas que se vio en cuentos como “Deutsches Requiem” y “La casa de Asterión”; la relevancia del elemento arquitectónico en “El inmortal”, “Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto”, “El Aleph” y, nuevamente, en “La casa de Asterión”; la imperfección de la palabra para expresar lo absoluto en “El Zahir”, “La escritura del dios” y, evidentemente, en “El Aleph”; el envidiable manejo de la historia y la cultura en relatos como “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”, “Los teólogos”, “La busca de Averroes” y “El hombre en el umbral” y, como último elemento, para no alagar la lista, el amplio conocimiento del sujeto desolado y atormentado por la incertidumbre, como se puede ver también en “El inmortal”, “La casa de Asterión” y “La espera”.

Y bien, el cierre de la colección se concreta magistralmente con “El Aleph”. Así como en “El inmortal”, se traen a colación muchas semillitas que se dejaron plantadas a lo largo del texto y aquí se le pone la cereza al pastel. Como construcción literaria me pareció completísimo, tiene tonalidades muy diversas; evoca una cantidad de emociones distintas; tiene algo de sátira, de romance, de filosofía, de ciencia, de historia. Me quedé con un parrafito que leí con total apasionamiento y que guardaré con mucho cariño (hasta lo transcribí y amé leerlo en voz alta).

No me puedo quedar sin decir que, justo después de esta lectura, inicié con Siddhartha de Herman Hesse y me he sentido más que satisfecha debido a que encuentro maravillosamente representada la idea del Aleph en la Unidad que se maneja en este último; esa carencia de expresión del absoluto por medio de la palabra, esa manera en la que se desdibujan los límites de la existencia para formar aquello que nos trasciende…

Posdata: agradezco enormemente a mi compañero de lectura, quien me ayudó mucho a aterrizar gran cantidad de elementos que encontré en este libro, así como a expandirlo a perspectivas y comparaciones de las que inicialmente no me percaté :)

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