Reseña de “El verano” de Albert Camus

Hasta el momento no me había encontrado con una obra de Camus que estuviera dotada de un carácter manifiestamente personal. En los textos que conforman este libro, escritos a mediados del año 1950, Camus hace referencia a muchas impresiones que tiene, para el momento de plasmarlo en letras, acerca de lugares, pensamientos y experiencias en su pasado, enlazadas de modo encantador con el absurdo que representa su filosofía, y que dota a sus disertaciones de un ánimo que se mueve constantemente entre lo reflexivo, lo artístico y la nostalgia.

Como es de esperarse, constantes alusiones a Grecia y a su mitología (que, tengo que admitir, me quedo corta en muchas ocasiones porque no tengo suficiente recorrido al respecto). Reconozco que una de las fuerzas más grandes que tienen estos textos está muy relacionada con los paisajes descritos (impresión particular) y, especialmente, con la significación simbólica del verano.

Todos estos textos tienen un no-se-qué que me resulta muy encantador, ya que encontré contrastes que me resultaron en emociones muy vívidas en demasiados momentos de la lectura:

El Minotauro o el alto de Orán (1949), Pequeña guía para ciudades sin pasado (1947) y Retorno a Tipasa (1953) son los textos en los que se denota un mayor énfasis en lo que evocan ciertos lugares para el autor, teniendo en cuenta las experiencias de lo ya vivido en comparación con lo actual.

De Prometeo en los infiernos (1946) y El exilio de Helena (1948) no puedo decir mucho a fondo, pues, como mencioné, es trascendental para su entera compresión tener claridad en cuanto a muchos puntos de la mitología griega.

El enigma (1950) –mi favorito de la colección- y El mar, aún más cerca (1953) son textos que, primero, alabo ¡porque tienen una prosa bellísima! El encanto de la sensibilidad absurda, llena de aparentes contradicciones en sí misma, dotada de un carácter excesivamente humano, me resultó fascinante.

“En la medida en que es posible, a mí me hubiera gustado ser, por el contrario, un escritor objetivo. Llamo objetivo a un autor que se propone temas sin tomarse jamás a sí mismo como objeto. Pero el furor contemporáneo de confundir al escritor con su tema sería incapaz de admitir esa relativa libertad del autor. Así se convierte uno en profeta del absurdo. Y, sin embargo, ¿he hecho yo otra cosa que razonar sobre una idea que he encontrado en las calles de mi tiempo? Que haya alimentado esa idea (y que una parte de mí siga alimentándola), con toda mi generación, no hace falta decirlo. Simplemente, he tomado respecto a ella la distancia necesaria para tratarla y discernir su lógica. Cuanto he podido escribir desde entonces lo muestra suficientemente. Pero es más cómodo explotar una fórmula que un matiz. Se ha elegido la fórmula: aquí estoy, igual de absurdo que antes”.

© K. Sánchez (06/04/22)

1 comentario:

  1. Gracias por tu reseña. Me anima a reencontrarme con Camus, más sabiendo que tiene una connotación más personal este libro. Sin duda lo leeré.

    Aunque no lo haya leído, pensaba en "la significación simbólica del verano". Tanto en él, partido o hecho entre Algeria y Francia, como para nosotros en un país latino, las imágenes de los veranos son diferentes, así como las experiencias del mismo.

    Qué bella y profunda la afirmación "es más cómodo explotar una fórmula que un matiz". Es muy veraz y, por tanto, difícil de sobrellevar. Verdaderamente muy actual.

    Un saludo.

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