Reseña de “La mansa” de Fiódor Dostoievski

La mansa es una nouvelle de Fiódor Dostoievski, autor que me gusta mucho y al que le tengo un montón de respeto y por eso no lo he leído tanto como he querido hasta el momento. Anterior a esta lectura, de su autoría conocí Corazón débil, otra novela corta que me dejó también ampliamente satisfecha, y luego pasé por Memorias del subsuelo, quedando con una impresión más bien desfavorable.

La mansa es el monólogo que transcurre en la mente trastornada de un hombre de mediana edad al encontrarse con el cadáver de su esposa al regresar a casa, la cual acababa de suicidarse. Es así como el protagonista lanza toda su maraña de pensamientos al hacer una recapitulación de la corta historia que vivió junto a ella.

"Pero basta, basta. ¿Y a quién pedir perdón ahora? No se puede volver atrás en el tiempo. ¡Sé valiente, hombre, demuestra tu orgullo! ¡No fue culpa tuya!…

En fin, diré la verdad; no tendré miedo de mirar la verdad a la cara. ¡La culpa la tuvo ella, la culpa la tuvo ella!…”

Admiré la manera en la que la misma narración juega con el lector al dar pistas del carácter del hombre en comento. Se le puede considerar una persona fría, egoísta, cobarde y hasta detestable en algunos apartes del texto, pero también se devela en este un carácter dulce y abnegado. Pero en ningún momento se puede ocultar que se trata de un hombre tremendamente desolado, desconfiado y decepcionado de la existencia y de la sociedad, que tomo las respectivas decisiones sobre su vida con miras a limpiar su nombre a ojos de sí mismo y a, en algún momento, tener una vida tranquila y lejos de la impertinente opinión de los demás.

Entre ese enredo de sentimientos que el protagonista transmite a lo largo del texto se puede entrever que este no tiene claridad de lo que piensa. Se ve una lucha constante entre su orgullo y el hecho de admitir sus emociones. En la misma intencionalidad de las palabras usadas, repeticiones y demás, se advierte el clima de la confusión y la intensidad de las sensaciones que experimenta el pobre hombre.

Me ha satisfecho el no saber nunca con certeza las razones o los pensamientos de la susodicha (que era una joven de dieciséis años) sino sólo a ojos del protagonista, lo cual da la plena seguridad de que este nunca supo lo que pasaba por la mente de nuestra queridísima “mansa”. Si bien se puede llegar a deducir el porqué de su conducta a lo largo del tiempo del matrimonio, no es deducible (seguro haya hipótesis, claro) el motivo por el cual prefirió el suicidio.

“¿Qué me importan ahora vuestras leyes? ¿De qué me valen vuestras costumbres, vuestra moral, vuestra vida, vuestro Estado, vuestra religión? Que me juzguen vuestros magistrados, que me  lleven ante el tribunal, ante un tribunal público, y yo diré que no reconozco nada. El juez gritará: «¡Cállese, oficial!». Y yo le responderé: «¿Qué fuerza puedes invocar ahora para obligarme a que te obedezca? ¿Por qué un tenebroso azar ha destruido lo que más quería? ¿Qué me importan ya vuestras leyes? No quiero saber nada de vosotros». ¡Ah, me da todo lo mismo!”.

Clarísimo y plenamente satisfactorio para mí el modo en el que la narración se iba tornando más pasional y sentida a medida que se acercaba al final de la historia. Tan pronto como el hombre tuvo agallas de hablar de amor, afloró maravillosamente toda esa parte que él ocultaba de sí mismo y el discurso se hizo más convulso y, a su vez, más sentido.

“El péndulo sigue con su insensible y repugnante tictac. Son las dos de la madrugada. Sus botines están junto a la cama, como esperándola… No, en serio, cuando mañana se la lleven, ¿qué será de mí?”

Es conmovedor. Hace sentir muchas cosas diferentes. Si les gusta sentir eso, destinen tres horas de su vida a leerlo.

© K. Sánchez (12/01/22)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La inherente miseria humana y el papel de la fatalidad – Reseña de “El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes”, de Tatiana Tibuleac

Esta lectura (de Tatiana Țîbuleac, novela escrita en 2016) tiene mezcladas una buena cantidad de cosas complicadas y súper. Ofrece, además d...